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lunes, 6 de octubre de 2008

La importancia de un nombre, el significado de un número

Era una tarde como otro cualquiera. En la ciudad comenzaba a caer una fina lluvia que, tras unos segundos, pasó a convertirse en el típico aguacero de verano, capaz de hacer del día noche y de esa noche artificial penumbra absoluta. La gente corría a refugiarse en los soportales y en los entrantes de las tiendas..., todo el mundo menos ella. Una pequeña figura seguía paseando tranquilamente por la acera, dejando que las gotas le empaparan el largo y rizado cabello, dejando que la lluvia empapase toda su ropa, desde la fina camisa de color gris, desde los pantalones vaqueros, hasta los zapatos, unas bailarinas más propias de una niña que de una mujer. Tan sólo parecía preocuparle su bolso, metido en una bolsa de plástico, lo protegía abrazándolo, sosteniéndolo cerca de su corazón.

La figura parecía deambular sin rumbo y tal vez así fuera, aunque ella sabía perfectamente qué día era, en qué ciudad estaba y hacia dónde se dirigía. Hacía siete años, a las siete de la tarde del séptimo día del séptimo mes, le había visto por última vez . Habían pasado siete años juntos, aunque, no, no era exacto decir juntos..., no, no era correcto hacerlo. Cada cual tenía su vida, su familia, su mundo, su entorno, sin embargo hacía catorce años, en esa misma ciudad, se habían conocido, casualidades de la vida, y había comenzado algo más que una mera amistad, algo más que una simple pasión, algo más que un conocimiento y respeto mutuo, algo más que amor.

Hacía catorce años había conocido a su alma gemela, así lo había sentido cuando cogió la mano que se le ofrecía tras haber resbalado con la lluvia de una tarde muy similar a la que ahora vivía. Al tomarla, su corazón ardió y comenzó a latir de una manera que no había conocido, una forma de latir que duró siete años, hasta ese día...

Durante esos siete años todo había cambiado, había sido no mejor, pero sí diferente, su manera de enfrentarse a los retos diarios, su recién estrenado marido, su nueva casa, los hijos que vinieron después. Nadie lo sabía pero todo el mundo lo notaba, ella era diferente, no mejor, tan sólo diferente. Vivía por y para él, sin embargo, en esa obsesión, todo en su vida parecía encajar y algo similar le sucedía a él con la suya. Eran completos el uno con el otro y los momentos que no podían compartir también se convertían en completos, tan sólo por el deseo de volver a encontrarse.

Sólo había una sombra que se cernía sobre ellos, un nombre. "¿Qué tiene de importante un nombre?", se decía ella, negando la evidencia de que todo su ser se ponía a la defensiva si alguien lo pronunciaba, aun sin referirse a nadie en concreto. "Un nombre no significa nada, tan sólo se refiere a la persona que lo lleva y ella no me da miedo", se decía. Hasta ese día...

Hace siete años, una semana antes de las siete horas del séptimo día del séptimo mes, se oyó a sí misma decir ese nombre. En ese momento su vida, todo, terminó. Aunque ella seguía viviendo, todo acabó, él se fue, arrastrado por la ira de un nombre, por la rabia de unas letras unidas en unas sílabas que, sin querer, marcaron el carácter de la persona que lo lleva.

Hace siete años, a las siete horas de la tarde del séptimo día del séptimo mes recogía sus cenizas y ella entraba en la carcel. Contaba con treinta años pero se sentía como si una losa de cien toneladas hubiera caído sobre sus hombros. "Tan sólo un nombre", era lo único que le oían decir aquellos que durante dos años estuvieron a su lado. "Tan sólo un nombre" era lo que decía mientras abrazaba una urna, la que le contenía parte de él, la que iba en un bolso que apretaba contra su pecho, protegido con una bolsa de plástico. "Tan solo un nombre..., pero no el de ella..."

Él tenía treinta y siete, una bella mujer, unos gemelos preciosos, era brillante y atractivo, quizá demasiado. ¿Fue esa su perdición? Hay quien diría que sí, sin embargo ella sabía que no era así, había sido ese nombre, el nombre ahora maldito...

Se acercaba a su destino, la hora estaba más cercana. Al final de la calle distinguió otra figura que se protegía de lluvia bajo un enorme paraguas blanco. Tampoco parecía verse afectada por la lluvia, como le pasaba a ella. Era un poco más alta, llevaba el pelo recogido en una cola de caballo e iba vestida con una camiseta rosa y una falda larga de color azul marino. En los pies vestía unas zapatillas y, al igual que ella, portaba un bolso que sujetaba también a la altura del corazón. Al llegar a su altura, le saludó, ella respondió y, sin intercambiar más palabras, continuaron andando por la plaza situada tras ellas hasta llegar a un portal cuya puerta pareció abrirse mágicamente. Había llegado el día...

"Hoy hace siete años, eran las siete de la tarde de un siete del mes séptimo, como hoy...", fue lo último que oyó, fueron las últimas palabras que escuchó cuando las dos mujeres que portaban dos urnas gemelas y a las que había abierto la puerta pensando que eran unas "sin techo" que venían a pedir algo de dinero o comida, sacaron sendos puñales y, con una precisión digna del médico más entrenado, se los clavaron en su corazón que dejó de latir...

Son las siete de la tarde del día siete del séptimo mes de un año terminado en siete, ellas tienen treinta y siete años y han acabado con el hombre que hace siete años a las siete de la tarde del séptimo mes acabó con la vida del hombre que ambas amaban. Ahora ese nombre, ese número, nunca más será maldito porque les había unido.

¿Qué importancia tiene un nombre? Tan sólo aquella que le queramos dar ¿Qué significado tiene un número? Tan sólo aquél que le queramos dar...

... Me gusta andar bajo la lluvia por nadie nota que estoy llorando

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8 comentarios:

Patata Piloto dijo...

Me has dejado... helada. Madre mía... qué relato!
A todo esto, es bonito ese cierre. ¡Buen trabajo, linda! Echábamos de menos tus relatos.

Isa-chan dijo...

De nada, la verdad que llevo pensando varios estos días, así que estad preparados porque "sus" voy a bombardear =P

Maeglin dijo...

Uasppp!! Qué final más Dark!!
Esos cuchillos a lo Dexter y completamente de acuerdo con que el cierre es muy musical y me recuerda a los comentarios de Alfred Hitchcok

Isa-chan dijo...

Jeje, y eso que no es todo lo gótico que mis relatos suelen ser..., a veces, que otras veces escribo cosas sentidas =P

Gracias por las críticas, siempre "positifas", nunca "negatifas" =P y los halagos, así me animáis a que estruje mi cabeza y siga escribiendo ;D

Y sí, a mí también me gusta el final y no sé porqué será... ¡Ah, sí!, porque lo he escrito yo =P

Dama de Hierro. dijo...

Genial, me ha encantado. El sentimiento que tiene cada palabra, como si se sintiera el sufrimiento de las dos chicas. Y si, el cierre es fantástico.

Isa-chan dijo...

Gracias linda, con críticos así qué escritor no estaría contento ;D

Anónimo dijo...

No tengo palabras Isa-chan! De verdad, me ha encantado!!
Me he enganchado desde la primera palabra... Espero que nos sorprendas pronto con otro relato así de emocionante!^^

Un besazo.

PD: "Me gusta andar bajo la lluvia porque nadie nota que estoy llorando"... es una frase preciosa^^.

Isa-chan dijo...

A ver si es verdad, que hacía mucho que no escribía. Me anda rondando otro pero de otro temática. De todas maneras, para los más nuevos, si vais a la lista de temas y picáis sobre la palabra "relatos" podéis ver todo lo que he ido escribiendo. También podéis verlos clicando sobre la misma palabra al final del presente escrito ;D Espero que os gusten igual que este :D



Para mi cumple falta...

Ideas // Ideas

Un hombre con una idea nueva es un loco hasta que la idea triunfa // A man with a new idea is a mad till the idea has success Mark Twain



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