Amigos en vida, enemigos en muerte
Estaba sentado sobre una roca desde la que dominaba el parque. Veía pasar a los humanos, ajenos éstos a su presencia, nadie podía verle. Mejor así, pensó, si lo hubieran hecho se habrían sorprendido de ver a un joven, de apenas veintitantos años, relativamente alto, de constitución fuerte, con porte interesante. Habrían tenido interés y habrían intentado buscar su mirada, lo que hubiera sido un error porque en ella habrían encontrado lo más oscuro de sus almas, tan poderosos eran esos ojos que reflejan la oscuridad de la noche, el fuego del infierno, lo profundo y vacío de la soledad, no en vano él era un demonio.
Ni él mismo sabía cómo había llegado a eso, simplemente sucedió, aquel día, el de su muerte, le preguntaron qué elegía y decidió que sería divertido pedir lo que nadie quería y optó por el infierno. ¿Había sido una decisión alocada?, no lo sabía, no se lo había planteado, simplemente era lo que era y no se mostró arrepentido en ningún momento, no lo hacía ahora, incluso sabiendo lo que se avecinaba.
Siguió esperando, con la paciencia que da el saber que se tiene toda una eternidad para hacerlo. Esperaba a una joven, un poco mayor que él, aunque no mucho, de baja estatura y más rellenita de lo que ella hubiera preferido estar, con aspecto risueño y mirada alegre. Lo esperaba porque era su trabajo pero, desde que comenzó todo aquello, tal vez era la persona a la que menos hubiera querido esperar, no iba a ser agradable el encuentro.
De pronto la vio, paseando tranquilamente, como si la cosa no fuera con ella. Parecía no haberle visto por como miraba a su alrededor, pero así era porque ella dirigió sus pasos hacia donde él se encontraba. Vestía tal y como recordaba el último día que se vieron, ella también había elegido el mismo día que él, nunca habían sido iguales, su visión del mundo era diferente por muy amigos que fueran y ese día las diferencias se acentuaron más, ella había elegido ir hacia la luz, tal vez por su optimismo, por su visión alegre y esperanzadora de la vida, ella era un ángel.
Se aproximó al joven sentado sobre la roca central del parque haciéndose la loca, como si no le hubiera visto aunque ella consciente de que eso no era posible, la percepción de los seres sobrenaturales es muy grande, inimaginable para los humanos que allí paseaban, ajenos a su futuro. En sus ojos se entreveía preocupación, la misión no era fácil y habría querido transmitir esperanza, habría querido ser visibles a las personas que allí se encontraban, decirles que todo saldría bien, pero ni ella misma lo sabía. Sus ojos reflejaban la luz del amanecer, el azul del cielo, lo glorioso de la esperanza pero su misión era otra ese día.
- Hola -, dijo al llegar a la altura de su antiguo amigo, - veo que no has cambiado, la muerte te ha tratado bien. - terminó mientras sonría a su interlocutor.
- Lo mismo digo, pareces más delgada -, contestó él, con una mirada pícara.
- Lo dices de coña, ¿verdad? No puedo adelgazar ni engordar, los ángeles no comemos -, respondió ella, sacándole la lengua.
- Tú tampoco has cambiado mucho -, respondió el, a la vez que una mueca un tanto siniestra se asomaba a su cara, hacía tiempo que había olvidado cómo sonreir.
- En fin, pasemos a cosas serias, ambos sabemos a lo que hemos venido, por desgracia o por fortuna este es nuestro trabajo hoy -, y, mientras pronunciaba estas palabras su cuerpo se iluminó con tal energía que habría dejado ciegos a aquellos que se encontraban en la ciudad. Se transformó en un ángel perfecto, de proporciones etéreas, casi divinas. Sus cabellos se tornaron blancos como las nubes, sus ropas desapereciendo dejando paso a un ser casi transparente, casi de cristal, tan frágil parecía pero a la vez tan resistente como el diamante. Sus ojos se volvieron del azul del cielo, limpios, cristalinos y, con voz potente, como un trueno, dijo:
- Yo, Uriel, conocido como fuego de Dios, cuarto arcángel del cielo y representante de mi señor en la Tierra, te pido a ti, Thanos, representante del Infierno en la Tierra una respuesta.
El joven se levantó de la roca y, al igual que había hecho su compañera tomó su forma verdadera. Un torbellino de vientos y nubes negras le rodeó y tras la negrura apareció su cuerpo real, negro y brillante como la obsidiana volcánica, acerado, con unos ojos rojo sangre de los que parecía salir fuego y lava ardiente. Con voz profunda, como salida de las profundidades del abismo contestó:
- Yo, Thanos, representante de mi señor El Ángel Caído en la Tierra te respondo: Amigos en vida, enemigos en muerte.
Lo único que se puedo ver a continuación fue una gran explosión, la batalla entre el cielo y el infierno no había hecho más que comenzar.
P.D.: Este post está dedicado a mi amigo Víctor, aka Purgatorio, espero que te guste.
P.D.2: Por supuesto todo esto es metafórico, que no me gusta matar a la gente, pero es lo que tienen los viajes en tren a las 10 de la noche que, o te duermes, o se te ocurren cosas como esta =P
Ni él mismo sabía cómo había llegado a eso, simplemente sucedió, aquel día, el de su muerte, le preguntaron qué elegía y decidió que sería divertido pedir lo que nadie quería y optó por el infierno. ¿Había sido una decisión alocada?, no lo sabía, no se lo había planteado, simplemente era lo que era y no se mostró arrepentido en ningún momento, no lo hacía ahora, incluso sabiendo lo que se avecinaba.
Siguió esperando, con la paciencia que da el saber que se tiene toda una eternidad para hacerlo. Esperaba a una joven, un poco mayor que él, aunque no mucho, de baja estatura y más rellenita de lo que ella hubiera preferido estar, con aspecto risueño y mirada alegre. Lo esperaba porque era su trabajo pero, desde que comenzó todo aquello, tal vez era la persona a la que menos hubiera querido esperar, no iba a ser agradable el encuentro.
De pronto la vio, paseando tranquilamente, como si la cosa no fuera con ella. Parecía no haberle visto por como miraba a su alrededor, pero así era porque ella dirigió sus pasos hacia donde él se encontraba. Vestía tal y como recordaba el último día que se vieron, ella también había elegido el mismo día que él, nunca habían sido iguales, su visión del mundo era diferente por muy amigos que fueran y ese día las diferencias se acentuaron más, ella había elegido ir hacia la luz, tal vez por su optimismo, por su visión alegre y esperanzadora de la vida, ella era un ángel.
Se aproximó al joven sentado sobre la roca central del parque haciéndose la loca, como si no le hubiera visto aunque ella consciente de que eso no era posible, la percepción de los seres sobrenaturales es muy grande, inimaginable para los humanos que allí paseaban, ajenos a su futuro. En sus ojos se entreveía preocupación, la misión no era fácil y habría querido transmitir esperanza, habría querido ser visibles a las personas que allí se encontraban, decirles que todo saldría bien, pero ni ella misma lo sabía. Sus ojos reflejaban la luz del amanecer, el azul del cielo, lo glorioso de la esperanza pero su misión era otra ese día.
- Hola -, dijo al llegar a la altura de su antiguo amigo, - veo que no has cambiado, la muerte te ha tratado bien. - terminó mientras sonría a su interlocutor.
- Lo mismo digo, pareces más delgada -, contestó él, con una mirada pícara.
- Lo dices de coña, ¿verdad? No puedo adelgazar ni engordar, los ángeles no comemos -, respondió ella, sacándole la lengua.
- Tú tampoco has cambiado mucho -, respondió el, a la vez que una mueca un tanto siniestra se asomaba a su cara, hacía tiempo que había olvidado cómo sonreir.
- En fin, pasemos a cosas serias, ambos sabemos a lo que hemos venido, por desgracia o por fortuna este es nuestro trabajo hoy -, y, mientras pronunciaba estas palabras su cuerpo se iluminó con tal energía que habría dejado ciegos a aquellos que se encontraban en la ciudad. Se transformó en un ángel perfecto, de proporciones etéreas, casi divinas. Sus cabellos se tornaron blancos como las nubes, sus ropas desapereciendo dejando paso a un ser casi transparente, casi de cristal, tan frágil parecía pero a la vez tan resistente como el diamante. Sus ojos se volvieron del azul del cielo, limpios, cristalinos y, con voz potente, como un trueno, dijo:
- Yo, Uriel, conocido como fuego de Dios, cuarto arcángel del cielo y representante de mi señor en la Tierra, te pido a ti, Thanos, representante del Infierno en la Tierra una respuesta.
El joven se levantó de la roca y, al igual que había hecho su compañera tomó su forma verdadera. Un torbellino de vientos y nubes negras le rodeó y tras la negrura apareció su cuerpo real, negro y brillante como la obsidiana volcánica, acerado, con unos ojos rojo sangre de los que parecía salir fuego y lava ardiente. Con voz profunda, como salida de las profundidades del abismo contestó:
- Yo, Thanos, representante de mi señor El Ángel Caído en la Tierra te respondo: Amigos en vida, enemigos en muerte.
Lo único que se puedo ver a continuación fue una gran explosión, la batalla entre el cielo y el infierno no había hecho más que comenzar.
P.D.: Este post está dedicado a mi amigo Víctor, aka Purgatorio, espero que te guste.
P.D.2: Por supuesto todo esto es metafórico, que no me gusta matar a la gente, pero es lo que tienen los viajes en tren a las 10 de la noche que, o te duermes, o se te ocurren cosas como esta =P
4 comentarios:
^^, pues por mí que se te sigan ocurriendo este tipo de historias... viaja en metro viaja.
BTW, gracias por decirme lo del reproductor y lo de Linda ;)
Besotes guapa
Nada preciosa, me da rabia lo de la gatina, me hacía mucha ilusión tenerla y cuidarla, tengo unos mimos de gato que alucinas.
De lo otro, joooooo..., ¡qué cochas me diches! #coloradita# Me alegro de que te haya gustado la historia, ya que no tenemos a Melisandre, habrá que poneros otras cosas =P
Ta guay... ¿se te ocurren estas cosas viajando? ¡Madre mía! Qué cabeza privilegiada la tuya. Yo cuando viajo miro por la ventanilla o me quedo sobada XDDD
Jeje, yo de normal también, pero el otro día no había sueño. A ver si se me ocurre cada día uno y cambiamos la temática del blog, mira que si después de tantos años descubro que soy buena escritora xD
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